Historia
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Can Vivot

Es una casa particular, transmitida por herencia familiar desde el siglo XV hasta el día de hoy. Es uno de los edificios singulares de arquitectura civil más grandes de Palma, Monumento histórico-artístico (1973) y bien de interés cultural [BIC] (1995). Sus orígenes se remontan al siglo XIV, tiempos de los que todavía se conservan elementos arquitectónicos en la fachada de la calle de Can Savellà y en los bajos de gran parte de la casa. Es el producto de una serie de agregaciones de casas colindantes a través de los tiempos, y en su conjunto se llevaron a cabo tres principales reformas:

1523

Llevada a cabo tras el saqueo del inmueble sufrido durante la revuelta de las germanías (1521-1523). Para entonces, ya se habían unido dos casas importantes de la misma manzana: la Reconada d’en Berard y el Alberg d’en Clapés. Ambas habían sido heredadas de sus respectivos propietarios por Margalida Barthomeu i Valentí, de una de las familias más ricas de Mallorca, viuda en primeras nupcias del caballero Pere de Berard i de Santjohan; y, en segundas, del también caballero Romeu Desclapés i Fuster. Pere y Margalida sólo tuvieron un hijo, que heredó la casa del padre; pero murió niño y fue sucedido por su madre. Así, al contraer matrimonio, Margalida y Romeu unieron sendas casas. Después, ambos sobrevivieron a la germanía casi por milagro: él refugiado en la Catedral, ella huida disfrazada de hombre, y escondida en algún pueblo de la isla. Justo al sofocarse la revolución, Romeu murió apestado y dejó herederos a sus hijos varones. Eran dos niños pequeños que, a su vez, murieron. Así, Margalida repitió su misma historia: recibió la casa del marido como heredera de sus propios hijos. Llegado el momento, la transmitió reformada a su nieto Gregori de Villalonga i Desclapés (†1597), hijo de su única hija Aina Desclapés i Barthomeu (†1593). A partir de ese momento, la casa pasó a ser Can Villalonga Gran.

1680

Don Gregori de Villalonga i Desclapés realizó algunas reformas, pero fue su nuera, la mujer de su hijo Gregori de Villalonga y Dameto, quien dejó una huella en la casa que perdura hasta día de hoy. Don Gregori fue un personaje muy conflictivo como cabecilla de bando en las sangrientas luchas de los clanes nobiliarios de Canamunt i Canavall (†1641). No tuvo ocasión de aportar nuevas reformas, pero su viuda, como hemos mencionado, Doña María Despuig i de Rocabertí, amplió la casa en 1676, cuando compró la casa vecina, de la familia Armengol. A parte de añadir propiedades colindantes, doña María realizó reformas y obras de mejora en el conjunto, renovando incluso el mobiliario para que sus sucesores recibieran la casa en las mejores condiciones. Su recuerdo en la casa como enérgica usufructuaria ha quedado plasmado en el ala por ella llamada Ca la Senyora. En 1663, Dona Maria había casado a su única hija Doña Magdalena de Villalonga i Despuig, con Don Joan-Miquel Sureda i de Santacília, de 34 años, uno de los tres fundadores de la Escuadra corsaria de Mallorca y segundo terrateniente de la isla. (†1699). A poco de su boda, la joven murió del parto de su único hijo (1664). Éste fue Don Joan Sureda i de Villalonga, que heredó la casa. Creció, se educó y fue muy mimado por su abuela Doña Maria. A partir de entonces, el edificio se llamó Can Sureda y fue el principal de este linaje Sureda, que es uno de los que conforman la alta nobleza de Mallorca: las Nueve Casas (Nou Cases).

1700

En esa fecha, Don Joan inició una ambiciosa reforma. Es la denominada Obra Nova, y es la reforma barroca de la casa que actualmente está abierta al público. Su reforma tiene un historial interesante: Aquel mismo año, Felipe V de Borbón fue proclamado rey de España, e inmediatamente estalló la Guerra de Sucesión porque el archiduque Carlos pretendió al trono y conquistó Mallorca en 1706. Don Joan tuvo que interrumpir abruptamente las obras al ser detenido, encarcelado en Barcelona y condenado a muerte por haber conspirado en contra del Archiduque. Tras una complicada situación, Don Joan logró salvar su vida en 1714, regresó a Mallorca tras ser recuperada por Felipe V, y fue nombrado marqués de Vivoten 1717 en agradecimiento por su apoyo a Felipe V. Por esa razón, Can Sureda es conocida, a nivel oficial, como Can Vivot. Morirá, de avanzada edad, en 1752.

Can Vivot

Es una casa particular, transmitida por herencia familiar desde el siglo XV hasta el día de hoy. Es uno de los edificios singulares de arquitectura civil más grandes de Palma, Monumento histórico-artístico (1973) y bien de interés cultural [BIC] (1995). Sus orígenes se remontan al siglo XIV, tiempos de los que todavía se conservan elementos arquitectónicos en la fachada de la calle de Can Savellà y en los bajos de gran parte de la casa. Es el producto de una serie de agregaciones de casas colindantes a través de los tiempos, y en su conjunto se llevaron a cabo tres principales reformas:

1523

Llevada a cabo tras el saqueo del inmueble sufrido durante la revuelta de las germanías (1521-1523). Para entonces, ya se habían unido dos casas importantes de la misma manzana: la Reconada d’en Berard y el Alberg d’en Clapés. Ambas habían sido heredadas de sus respectivos propietarios por Margalida Barthomeu i Valentí, de una de las familias más ricas de Mallorca, viuda en primeras nupcias del caballero Pere de Berard i de Santjohan; y, en segundas, del también caballero Romeu Desclapés i Fuster. Pere y Margalida sólo tuvieron un hijo, que heredó la casa del padre; pero murió niño y fue sucedido por su madre. Así, al contraer matrimonio, Margalida y Romeu unieron sendas casas. Después, ambos sobrevivieron a la germanía casi por milagro: él refugiado en la Catedral, ella huida disfrazada de hombre, y escondida en algún pueblo de la isla. Justo al sofocarse la revolución, Romeu murió apestado y dejó herederos a sus hijos varones. Eran dos niños pequeños que, a su vez, murieron. Así, Margalida repitió su misma historia: recibió la casa del marido como heredera de sus propios hijos. Llegado el momento, la transmitió reformada a su nieto Gregori de Villalonga i Desclapés (†1597), hijo de su única hija Aina Desclapés i Barthomeu (†1593). A partir de ese momento, la casa pasó a ser Can Villalonga Gran.

1700

En esa fecha, Don Joan inició una ambiciosa reforma. Es la denominada Obra Nova, y es la reforma barroca de la casa que actualmente está abierta al público. Su reforma tiene un historial interesante: Aquel mismo año, Felipe V de Borbón fue proclamado rey de España, e inmediatamente estalló la Guerra de Sucesión porque el archiduque Carlos pretendió al trono y conquistó Mallorca en 1706. Don Joan tuvo que interrumpir abruptamente las obras al ser detenido, encarcelado en Barcelona y condenado a muerte por haber conspirado en contra del Archiduque. Tras una complicada situación, Don Joan logró salvar su vida en 1714, regresó a Mallorca tras ser recuperada por Felipe V, y fue nombrado marqués de Vivoten 1717 en agradecimiento por su apoyo a Felipe V. Por esa razón, Can Sureda es conocida, a nivel oficial, como Can Vivot. Morirá, de avanzada edad, en 1752.

1680

Don Gregori de Villalonga i Desclapés realizó algunas reformas, pero fue su nuera, la mujer de su hijo Gregori de Villalonga y Dameto, quien dejó una huella en la casa que perdura hasta día de hoy. Don Gregori fue un personaje muy conflictivo como cabecilla de bando en las sangrientas luchas de los clanes nobiliarios de Canamunt i Canavall (†1641). No tuvo ocasión de aportar nuevas reformas, pero su viuda, como hemos mencionado, Doña María Despuig i de Rocabertí, amplió la casa en 1676, cuando compró la casa vecina, de la familia Armengol. A parte de añadir propiedades colindantes, doña María realizó reformas y obras de mejora en el conjunto, renovando incluso el mobiliario para que sus sucesores recibieran la casa en las mejores condiciones. Su recuerdo en la casa como enérgica usufructuaria ha quedado plasmado en el ala por ella llamada Ca la Senyora. En 1663, Dona Maria había casado a su única hija Doña Magdalena de Villalonga i Despuig, con Don Joan-Miquel Sureda i de Santacília, de 34 años, uno de los tres fundadores de la Escuadra corsaria de Mallorca y segundo terrateniente de la isla. (†1699). A poco de su boda, la joven murió del parto de su único hijo (1664). Éste fue Don Joan Sureda i de Villalonga, que heredó la casa. Creció, se educó y fue muy mimado por su abuela Doña Maria. A partir de entonces, el edificio se llamó Can Sureda y fue el principal de este linaje Sureda, que es uno de los que conforman la alta nobleza de Mallorca: las Nueve Casas (Nou Cases).

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